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Un lugar para rememorar a la vieja Radio 1.0 y descubrir la nueva Radio 2.0, viajando al encuentro de la futura y no muy lejana Radio 3.0.-
lunes, 17 de julio de 2017
sábado, 25 de marzo de 2017
Hay un nuevo podcast en el vecindario
Hay un nuevo podcast en el vecindario
23 Mar 2017 - 11:27 AM
Laura Rojas Aponte*
Seamos honestos. ¿Con qué frecuencia usamos nuestro tiempo libre para conocer resultados académicos? No sé ustedes, pero yo definitivamente no soy el tipo de persona que, si tiene una tarde libre para leer, se sienta en el sofá a consultar resultados de investigaciones. Sin embargo, de un tiempo para acá, sí soy el tipo de persona que escucha a profesores universitarios hablar de su trabajo y aprende montones haciendo eso. Solo que ese aprendizaje no sucede leyendo en el sofá de mi casa, sino caminando hacia el trabajo, manejando mientras hago diligencias, cuando lavo la loza o arreglo mi cuarto. El cambio en mi rutina sucedió gracias a un formato: los podcast.
¿Qué es un podcast?
Un podcast es sencillamente un programa de radio, uno que se descarga desde Internet y se oye por demanda. Eso implica un cambio enorme en la manera como se consume radio.
Desde la perspectiva del oyente, los podcast ofrecen conveniencia. El oyente puede escuchar sus programas favoritos cuando él quiere, desde el lugar que le apetece y en el dispositivo que le guste (un celular, un computador, una tablet, su reloj inteligente, en fin). Por oposición, la radio tradicional transmite los programas a una hora específica y si el oyente no sintoniza el dial, entonces no puede oír.
Desde la perspectiva de los creadores de radio, los podcast ofrecen más libertad. Mientras un periodista de radio tradicional debe pensar en lo que le gusta a la mayoría para ser comercialmente viable, un creador de podcast puede apostarle a hablarle un nicho y aún así tener una audiencia enorme, porque sus contenidos se distribuyen desde la red para personas que viven en diferentes partes del mundo. Esto se confirma con el hecho que hay millones de podcast sobre todo tipo de temas; mascotas, ajedrez, economía, idiomas, cocina, poesía... y todos tienen una audiencia que justifica su existencia.
Una analogía que uso con frecuencia para hablar de este formato es la siguiente: de la misma manera que YouTube cambió la manera como el mundo consume contenidos audiovisuales, igualmente los podcast están cambiando la manera como la humanidad consume radio.
Yo los descubrí en el 2013 y desde entonces no he dejado de oírlos. Entre los primeros que oí está Freakonomics, un podcast en el que un periodista y un profesor de economía de la Universidad de Chicago analizan la vida cotidiana con teorías de la economía. En adelante, me topé con una cantidad enorme de programas en los cuales profesores universitarios explicaban sus investigaciones y, para mi sorpresa, me descubrí aprendiendo de todo tipo de disciplinas en mi tiempo libre de la mano de profesores expertos en cada uno de esos temas.
Así nació Ciudad de datos
Las posibilidades de aprender escuchando podcast son enormes. Por eso, cuando yo misma tuve la oportunidad de enseñarle a otros por medio de ese formato, no dudé mucho y monté Ciudad de datos, el nuevo podcast en el vecindario bogotano.
Este programa empezó con una investigación de la Universidad Javeriana, una que tiene el mismo nombre del podcast, sólo que un poco más largo. La investigación se se llama «Ciudad de datos: datos masivos, ciudadanías y gubernamentalidad» y su tema de estudio es cómo se usan los datos en Bogotá y Medellín para el gobierno de esas dos ciudades.
Yo me uní al proyecto en el 2014 y, cuando empecé a trabajar ahí, me encontré con un grupo de profesores que discutían temas que yo no había estudiado antes y, para colmo, tenían una posición crítica que causaba todo tipo de indignación. Hablaban de términos como «ciudad inteligente», «comunidades de base hacktivistas», «datos abiertos» o «infraestructuras de la información» y, francamente, yo no entendía muy bien ni los temas, ni el mal genio. Salía de las sesiones de estudio tan confundida como fascinada. En esos meses comprendí que si otras personas se encontraban con los resultados de esta investigación en los términos en los que los profesores hablaban de ella, pues también se iban a confundir.
La solución pareció obvia: hacer un podcast para explicar los resultados de la investigación «Ciudad de datos: datos masivos ciudadanías y gubernamentalidad». Y contarle a otros cómo funciona el mundo con programas de radio como los que yo escuchaba cuando caminaba por la ciudad o mientras hacía tareas domésticas.
Luego de varios meses de estudio en la investigación, encontré que el tema de la ciudad y los datos es más importante de lo que parece. O sea que si yo montaba un podcast no solo era para difundir los resultados de una investigación universitaria, sino también para hacer mejor a la sociedad en la que vivo.
Verán, los datos juegan un rol cada vez más importante en nuestra mundo, nosotros producimos datos todo el tiempo con nuestros celulares, computadores, relojes inteligentes, tarjetas de transporte, carnet universitarios, etc. Y esos datos se usan por organizaciones públicas y privadas para tomar decisiones sobre nosotros. Yo estoy convencida que en la medida en que esto sea una realidad conocida por todos, tendremos una sociedad más saludable. Por eso, en Ciudad de Datos, el podcast, tratamos de explicar de qué hablamos cuando hablamos de datos.
Si bien los temas de este podcast salieron de una investigación, los episodios no hablan de términos y conceptos aislados, sino de personas. Este es el podcast de las personas que trabajan con datos y, por medio de sus vivencias, ilustramos porqué es importante hablar de temas como «datos abiertos» o «ciudadanía en tiempo de información». Se puede escuchar por iTunes, SoundCloud, YouTube o en la web enwww.ciudadedatos.com
Este es el nuevo programa de radio digital en la red bogotana. Es para aprender y muestra resultados de investigación, pero se puede oír paseando al perro, o sea que es una manera ligera de encontrar conocimientos nuevos. Más aún, de conocer personas nuevas y fascinantes, porque más allá de la temática, Ciudad de Datos es un tema sobre los habitantes de nuestras ciudades que en su día a día trabajan con información.
*Laura Rojas Aponte, directora del podcast Ciudad de datos. Artículo publicado en la revista Directo Bogotá.
viernes, 24 de marzo de 2017
La paradoja en la que vive la radio respecto de la comunicación
La paradoja en la que vive la radio respecto de la comunicación
FIRMAS
Al aceptar gustoso la amable invitación de DIRCOMFIDENCIAL, me he planteado abordar un asunto que pone de manifiesto hasta qué punto los mundos de la comunicación y la radio van de la mano. Son realidades conexas. E inseparables. Pero también muy distantes. La paradoja forma parte de la propia esencia del medio.
La radio no comunica siempre. La radio, las más de las veces, se oye; no se escucha. Y, por tanto, no alcanza la efectividad perseguida de comunicar. La radio acompaña. Actúa como nuestra escolta, siempre detrás, siempre cerca, siempre apoyando. Hay quien incluso, nada más llegar a casa, y encender la luz, lo siguiente que hace es encender la radio, para no estar solo. Para sentirse arropado. En todo este proceso, no hay siempre comunicación. Pero sí apoyo.
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Ningún otro medio, ni la prensa, ni la televisión, ni el cine, cumple con esta finalidad -la de apoyar- con la eficacia con que lo consigue la radio. Podría decirse que la radio, además de informar, formar y entretener, por esta condición añadida, pero creo consustancial a la propia calidez que desprende, también cumple con una inapreciable labor social, no siempre valorada.
En este caso, comunicar pasa a segundo plano, desde el punto de vista del oyente; pero la radio debe aspirar a más. Su aspiración debe ser alcanzar la excelencia de sus mensajes y comunicar constantemente. Transformar oyentes en “escuchantes”, como ha rescatado del diccionario de la RAE la periodista de RNE Pepa Fernández; o sea, “prestando atención a lo que se oye”. Y éste sí constituye un reto para el profesional que trabaja en radio ocho horas diarias, y habla ante el micrófono unos pocos minutos, si pertenece a informativos. La ratio de horas invertidas y de exposición en la antena es, en este caso, claramente deficitaria y desde luego muy poco rentable. Pero ¡hay que sacarle chispas…!
Un periodista que elige la radio para trabajar debe saber que la mayor parte de su tiempo se invertirá en acompañar al oyente. Pero en su prurito interior, no puede resignarse a cumplir sólo esta función, por muy loable que sea. La radio no está hecha para ser acompañante de fondo; sino para comunicar. La auténtica razón de ser de la radio está en relación directa con la función de comunicar; es decir, “convertir algo en común a todos, compartir información”.
Por desgracia, la rutina, la falta de recursos, la precariedad laboral, la falta de experiencia y de oficio, la ausencia de ideas y de creatividad están inoculando un virus en la radio española que no logra superar. Como afirmaba el profesor Ángel Faus, catedrático emérito de radio de la Universidad de Navarra, “hace 40 años, creamos una radio a la medida de la sociedad de la transición; fue un éxito enorme. Esa es la radio que se sigue haciendo hoy y es un error”. La radio del siglo XXI sigue viviendo de las rentas de la del siglo XX. No se renueva, porque, o bien no es capaz, ni sabe hacerlo; o bien no quiere hacerlo, porque las ganancias todavía le son favorables, y pensar sólo en el cambio aterroriza a la industria.
El mismo profesor Faus completaba su visión pesimista de la radio actual añadiendo que “la radio de hoy vive como si el tiempo se hubiera detenido y todos fuéramos inmortales“. ¿Por qué nos gusta la radio a las generaciones que la seguimos escuchando? Porque hace décadas que escuchamos la misma cantinela, y casi las mismas voces. Las salidas de Luis del Olmo, de Iñaki Gabilondo o de José María García, por citar tres grandes nombres de la reciente historia de la radio española, dejaron huérfana a una o dos generaciones, las más cercanas a su propia edad. Manejaban los mismos códigos, visiones paralelas de la vida, coincidentes las más de las veces, e ideológicamente próximas. Para sus oyentes, estos tres grandes comunicadores (ellos sí comunicaban, aunque también acompañaban) formaban parte indivisible de su vida, de su familia sonora, y a ellos se referían por su nombre: “ha dicho Iñaki esta mañana en la radio…”.
Pero la sociedad ha cambiado, y la radio ha empezado a perder terreno, a perder reinos, como el de la inmediatez informativa, de la que tanto presumía, superada ahora por internet y los smartphones. La radio ha perdido también el trono de la inmediatez tecnológica, superada -también- por internet, y su extrema facilidad para emitir video y audio desde cualquier punto del mundo que disponga de cobertura 4G. ¿Qué conclusiones debemos sacar de esta nueva realidad que nos ha traído la red de redes? Que, si no puedes -ni podrás- vencer a tu enemigo, debes unirte a él.
La radio debe hacerse más aliada aún de internet. Pero sin diluirse en ella, como el azúcar. Siendo aceite y manteniendo su esencia y personalidad. Debe actuar con inteligencia y oportunidad apropiándose de aquellos elementos o caminos que le brinda la red que más se adapten a su lenguaje y objetivos. ¿Debe incorporar la imagen? Por supuesto que sí, pero sin dejarse cegar por ella. Resulta muy fácil sucumbir a los encantos de lo visual en el siglo XXI. Pero constituiría un enorme error propagar y extender la “radio en colores”. Los colores deben estar presentes en la fuerza de la palabra, en la capacidad de comunicación -¡otra vez la comunicación!- de sus profesionales.
Acaba de publicarse el estudio “Navegantes en la Red”, realizado por la Asociación para la Investigación de los Medios de Comunicación (AIMC) y en él la radio -en internet- no sale muy bien parada. Hay que llegar al puesto número dieciséis para encontrar la función “oír la radio a través de su web o App”, opción que practica, confiesa, el 29,9% de los internautas. Si hablamos de podcast, su uso, aunque creciente, está lejos de lo deseable, exactamente en el puesto vigésimo noveno. Aquí nos encontramos con la ocupación ‘descarga programa radio para oír después’, con un modesto seguimiento del 16%. Son datos frescos, y no son del todo buenos.
La radio se realimenta entre sus oyentes. Desde hace años el EGM, el polémico, pero imprescindible Estudio General de Medios, arroja las mismas cifras de oyentes de la radio en nuestro país, en torno a los 25 millones (24.485.000 oyentes en la última ola del EGM, 3ª,2016). Pero la renovación generacional de la audiencia de la radio no se está produciendo al ritmo de las últimas décadas. La irrupción de opciones online como Spotify ha alterado el acceso tradicional de los jóvenes al medio, a través de las emisoras musicales. Lo más fácil es atacar a Spotify. Lo más difícil, reconocer que la radio no es capaz de atraerles.
Y hay otro hecho, a mi entender, peligroso, en que la radio incurre de manera reiterada, y es en extender lo que se dice por la radio y no la radio en sí. Los Dircom de cada cadena tienen metido en la cabeza un único objetivo: hacer más visible su marca. Pero sus jefes no se dan cuenta de que la marca se va a hacer cada vez más pequeña, si no se defiende -entre todos- el medio. Y aquí reside una de las grandes carencias de la industria radiofónica española, su incapacidad manifiesta para acometer acciones conjuntas en defensa, genéricamente, de la radio.
Hay 15.230.000 españoles que no escuchan nunca la radio, o lo hacen esporádicamente.
¿Dónde están esos potenciales oyentes que no se acercan a la radio? Desde luego, yo los sitúo -y no creo que ejerza de gurú en este momento, es de sentido común- en internet, en las redes sociales. ¡Pero no se trata sólo de ‘pescar’ en este caladero virtual! También hay que ir al origen: a los colegios, institutos, universidades, en los que la radio, como herramienta docente resulta enormemente eficaz, en muchos sentidos. Hay esfuerzos dispersos, en algunas comunidades, en Cataluña o Canarias, por ejemplo, y en algunas provincias, como Salamanca. Pero no representan un objetivo común, pegado a la necesidad de introducir el hábito de escucha de la radio entre los más jóvenes.
Un radio sin oyentes no es nada. Y los oyentes, perdóneseme la contundencia del argumento, se están muriendo. Hay que pensar en el futuro, y no sólo rentabilizar el corto o medio plazo, por mucho que la gallina de los huevos de oro siga produciendo.
Hay quienes reducen el debate sobre el futuro de la radio a su aspecto puramente tecnológico, sin darse cuenta de que la radio hay que hacerla muy bien para que se escuche, y germine entre más audiencia. Los tentáculos de la radio se han multiplicado en el siglo XXI, y de ello debemos felicitarnos todos: radio online, radio DAB digital, radio por TDT, radio a la carta, podcast, streaming, son conceptos que no manejábamos hace unos pocos años y hoy nos resultan ya familiares. El debate no es por dónde escucho la radio; el debate es ¿por qué, o para qué, la escucho? ¡Qué más da el soporte! Si somos capaces de provocar el interés en un oyente, y de engancharle con nuestros argumentos, estoy convencido de que ya se ocupará él de estudiar sus alternativas y se decidirá por la que más fácil y menos costosa le resulte.
Y hay un dato que me gusta recordar para darnos cuenta de la labor que queda por hacer. El EGM mide oyentes de radio de lunes a viernes; o sea, oyentes habituales de radio, que confiesan que su hábito les lleva a escucharla en casa, en el coche, en el trabajo, incluso. No podemos olvidar que la radio es el único medio ‘multitarea’, que permite compatibilizar la escucha con cualesquiera otras actividades u ocupaciones. Pues bien, en la última ola de 2016, el universo medido por el Estudio General de Medios, elaborado trimestralmente, por la AIMC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación) se cifraba en 39.716.000 españoles, de los que 24.485.000 aseguran escuchar la radio semanalmente. Pero -y éste es el dato al que me refiero- hay 15.230.000 españoles que no escuchan nunca la radio, o lo hacen muy esporádicamente. ¿No es relevante esta cifra, que ha crecido en las últimas oleadas, por cierto? ¿No debería servir de revulsivo para potenciar alguna estrategia que trate de contrarrestar este resultado tan negativo? Pues bien, nunca se ha hecho. A la industria le vale con esos 24 millones, y prefiere ignorar a quienes reconocen ignorarles a ellos. Triste.
Al final de esta reflexión, regresamos al principio, al hilo conductor de este post, en el que reivindicaba la auténtica finalidad del medio: comunicar. Éste, y sólo éste, es el auténtico reto que debe movernos a actuar, firmes, convencidos de que éste, y sólo éste, es el camino por el que la radio recuperará sus fuerzas, su identidad y su eficacia.
viernes, 10 de junio de 2016
domingo, 29 de mayo de 2016
¿El podcast es o no radio?
¿El podcast es o no radio?
http://www.gorkazumeta.com/2016/05/el-podcast-es-o-no-radio.html
Esta es la pregunta a la que se intenta dar respuesta documentada desde el blog de Tito Ballesteros, un comunicador social colombiano que, como servidor, y tantos otros, trabaja por enriquecer el debate sobre este medio a través de las redes sociales y su propia bitácora: titoballesteros.blogspot.com.
Personalmente, cada vez estoy más convencido de que la imperiosa necesidad que tenemos quienes nos dedicamos a analizar la realidad que nos circunda de definir nuestro entorno no es más, a la postre, que limitar. Porque –y valga la redundancia, oportuna en este caso- las definiciones son, por definición, limitadoras. Si el podcast es, o no, radio, es un debate que nos despista y consume innecesariamente nuestra atención. El podcast será, en todo caso, lo que quiera, pretenda o persiga el podcaster que lo produce. No le demos más vueltas. ¿Que comparten materia prima? Por supuesto. Pero si definimos los podcast como radio, deberíamos hacer lo mismo con Youtube, y asociarla a la televisión, argumento que utiliza uno de los invitados de Tito Ballesteros en su blog.
No obstante, el trabajo –y el esfuerzo- desarrollado por Tito a través de la red en buscar expertos, de reconocido prestigio, que defiendan una y otra postura que –insisto- creo complementarias, me parece muy de subrayar, y de aplaudir. Por eso les invito a, primero, conocer mejor su blog y, segundo, a leer/escuchar los argumentos de una y otra postura y descubrirán que existen puntos en común, y también diferencias sustanciales; o sea, razones para defender ambas posturas y afinar en la definición. El deporte que yo propongo es escuchar un podcast y que cada uno establezca el grado de vinculación que mantiene con la radio.
Tito Ballesteros en un control de realización de radio |
Tito Ballesteros haciendo radio |
Dejamos a Tito Ballesteros que introduzca a sus invitados:
Felix Riaño es locutor colombiano, podcaster y hace apenas unas semanas presentó su libro "Todo sobre Podcast". En esta entrevista Felix asegura que el Podcast no es radio y estas son sus argumentaciones:
"El Podcast no es radio porque un audio compartido en internet es una forma de hacer radio pero el Podcast es mucho más poderoso y sería injusto reducirlo a esa explicación. Desde la transmision: si un Podcast es radio, igual podríamos decir que YouTube es televisión pero no lo creemos así. La radio necesita de un transmisor y una serie de equipos que el Podcast no, entonces, desde la transmisión no son iguales.
Desde la recepción: para escuchar necesitas un receptor de radio, para acceder a un Podcast no, pues allí solo necesitas de una conexión a internet. El acceso: para tener una radio necesitas permiso del Estado, para un Podcast no. Las fronteras: la radio que conocemos tiene un alcance específico y necesita transmisores, en cambio el Podcast no conoce fronteras y no te cuesta dinero adicional el llegar a otros países. ¿Quién puede hacer un Podcast?: para hacer radio necesitas estar en una emisora, para un Podcast no, pues lo puedes hacer solo, de manera independiente. El contenido: la radio trabaja sobre audiencias masivas, el Podcast es específico, profundo y extenso. La temporalidad: la radio es inmediata, el Podcast no."
Tito Ballesteros en una de sus formaciones sobre radio |
Esta es la primera aportación de Tito Ballesteros. A continuación nos presenta la otra cara de la moneda: “Los podcast sí son radio”.
Hace una semana publicamos en este blog una entrada titulada: “El Podcast no es radio” y ahora, Hernán Restrepo, comunicador social con énfasis en periodismo afirma lo contrario: “El Podcast si es radio” Primero fue Félix Riaño, ahora es Hernán y ambos sin duda, nos ayudan a reflexionar sobre este interesante y apasionante tema: los Podcast.
¿Por qué el Podcast si es radio? Para empezar, Hernán nos ofrece esta nueva definición de radio: “Es aquella señal de audio cuyo contenido está definido por un ser humano y a la que nos conectamos para sentirnos acompañados mientras realizamos otras actividades”. Partiendo de allí, veamos:
“La radio ya no es solamente lo que escuchamos desde el medio convencional. Los Podcast si son radiofónicos porque para hacer este producto se deben mezclar los cuatro elementos de la radio, entonces, se está haciendo algo radiofónico y desde mi punto de vista se está haciendo radio".
Un artículo de Hernán Restrepo en esta web: "Hacia una nueva definición de radio".
Esto es solo una pequeña muestra del inmenso trabajo que desarrolla en su blog “Radios de América”, Tito Ballesteros. Les invito a darse una vuelta por él, en esta dirección: http://titoballesteros.blogspot.com.es/
Tito Ballesteros |
¿Quién es Tito Ballesteros? Autorretrato
Sueño con impulsar la imaginación y creo en la cooperación y esperanza en el aprendizaje como camino hacia el cambio. Deseo salir de la zona segura. Deseo aprender porque donde está una antena de radio y se mueven las Nuevas Tecnologías hay un reto. Donde suena una radio existe una forma de producción. Donde hay una radio hay un oído que habla, que le habla a la imaginación. Quiero ser oído y cerrar la boca. Me gusta el trabajo en equipo. Comunicador Social (UNAB) Especialista en Gerencia de la Comunicación Organizacional. (UPB) Diplomado en Producción de Televisión. (Min. Cultura). Diplomado en Periodismo Digital. Nuevas tecnologías de la información y la comunicación aplicadas a la formación.
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